martes, 24 de marzo de 2009

Umpa Lumpa y Daiana

Umpa Lumpa brinda con Daiana. Las copas chocan, se rompen, caen de a pedazos. Asustada Daiana desinfecta sus manos. Las vendas blancas enrojecidas. El teléfono inhallable. La voz agitada contradice coordenadas imposibles. Umpa Lumpa, tubo en mano, no comprende. Corta. Salen. La Boca oscura los traga, calle a calle más cerca de la garganta xeneize, lejos del hospital que desconocen. Daiana chorreante profiere palabras a su mano, adiós le dice a su mano derecha, estaremos juntas le dice a su mano buena, como si pudiera prometerle el paraíso. La mano izquierda se rebela, pellizca, cachetea, descree. Umpa Lumpa busca un hospital, una salita, un taxi, una avenida, más vendas, su mochila: Umpa Lumpa encuentra. En la guardia los hombres de blanco brindan, y en recepción y en informes, no es momento de brindar grita Daiana enojada, el médico la escucha de reojo, nunca es momento, sonríe, y choca su copa.

Umpa Lumpa piensa que a menudo no es momento de, y se siente contento de que el médico brinde. Daiana lo turba: feliz. Que año nuevo, que feliz, sonríen.

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