lunes, 16 de marzo de 2009

Daiana reversionada

Daiana busca suspenso. Se mete por perros de la calle: casi pierde una oreja. Daiana piensa que no es cuestión. “No es cuestión”, entonces Shakespeare. Apasionada Daiana piensa en not to be, quiero ser not to be, se contradice Daiana suicida, pero sin coraje camina y camina, hacia la plaza, camina, hacia el banco, camina, hacia la caja de ahorro y en pesos que gira en el aire, pedales de una bicicleta imaginaria, Daiana camina sin más, trabajo pasado, futuro en construcción. En la fila bancaria once personas por delante: diez pingüinos y un umpa lumpa. Los pingüinos agitan pies pesados, a cara de gramajo silencian toses y estornudos. Daiana, quieta, piensa que el presente es caminar y not to be. Umpa lumpa, chiquito, malensaya haikus: “En este banco/ ¿podré depositar/ mis ilusiones?”, sonríe. Un sol para Daiana desganada. Umpa lumpa habla con Daiana fóbica social, habla y habla: los desayunos con tocino en las series de televisión norteamericana; las filas de los bancos interactivas y con música para que la gente se conozca mientras; un pájaro que en el lomo de un caballo: yo filmaba al caballo, afirma, pero el pájaro se posó en el lomo y estuvieron así, un rato, como si no fueran especies distintas, como si no tuvieran que repelerse ¿sabe? ¿Saber? ¿Daiana? Umpa lumpa se equivoca.
Umpa lumpa avergonzado vuelve a sus poesías, Daiana encerrada no se anima, kilómetros detrás su flequillo, no se anima, a preguntar sobre, a esconder el reloj y pedirle la hora, a hablar banalidades o a decir, simplemente, Carlos, me llamo Daiana y me gustó esto que me decías, tomemos un café, dale; o, Carlos, ambos sabemos desde que giré por esa puerta que somos el uno para el otro, vamos a comer pizza al Parque Rivadavia, retiremos cuarenta pesos cada uno de nuestras cajas de ahorro y alquilemos la habitación especial de Hotel Faraón, pidamos champaña, tengamos sexo desenfrenado, hidromasajeado hasta el amanecer y después andate, a que te extrañe.
Nerviosa Daiana habla: Carlos. Carlos. ¡Carlos! ¿Umpa lumpa?, Daiana ha de estar equivocada: Umpa Lumpa se llama Diego. Ahora es Daiana, colorada, quien pide disculpas y ya no habla.

Es una pena. Tanta cara de Carlos.

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